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Rubén Laufer
Argentina-China: new courses for an old dependency
Argentina-China: new courses for an old dependency
Rubén Laufer
Rubén Laufer
ABSTRACT
Historically, the
subordinate association of powerful sectors of the Argentine ruling classes
—with a usually direct presence in, or strong ties with, the State apparatus—
with the financial capital of great powers, has been at the base of the
Argentine dependency. This was also the case in the late nineteenth century and
during the first third of the twentieth century, when powerful Argentine
exporting-landowners and business sectors held a so-called “special” or
“privileged” relation with British capitalism.
Today, as then, representatives of governmental and
economic spheres of China and
Argentina, both public and private, emphasize the complementary nature of Argentina's economy – as well as other
countries’ in the region-- in relation to the industrial economy of the Asian
power. Commercial ties and direct investment or association of Chinese capital
within local economies are described as an opportunity
that would allow Latin American countries to develop their production,
diversify their International Relations and reduce their external debts. With
these considerations, in the Argentine case, government and business sectors
—some of them directly related to Chinese interests, promote the adaptation of strategic areas of the
local economy to the complementarity
with the Chinese economy.
During the last
decade, bilateral trade structures and public and private Chinese investments
in Argentina further consolidated the historic division of labor among the
great powers and Latin American countries, strengthening the primary-export
profile of National production reflected, among other aspects, in the marked
process of specialization in soy production and exports and concentration that
characterizes agricultural production and exports in Argentina.
While some sectors of the ruling classes promote this renewed insertion of Argentina into the world economy —now in relation to
China, some others warn against the reconstitution of an “export
model similar to that of the XIXth
century” —and they even point the outlining of a “new
neo-colonial connection with China as a metropolis”; instead, they intend to
complement the specialization of Argentina in exportable primary products with
some industrial diversification, attracting Chinese investment into industrial
or infrastructural branches, complementary or merely subsidiary to the
strategic needs of Beijing. This strategy converges with neo-developmentalist
approaches rooted today in many governments of Latin America.
So, the growing
importance of bilateral trade and of Chinese capital in Argentina and its
competition with American and European interests with historic roots in the
country, require us to
rethink the “classic” debate about Argentina and most
Latin American countries’ dependency upon great powers.
RESUMEN
Las relaciones económicas y políticas entre la
Argentina y China experimentaron una rápida expansión desde hace una década y
media, y especialmente a partir de 2004 cuando el gobierno del entonces
presidente Néstor Kirchner definió el rumbo de “asociación estratégica” con la
potencia oriental. Ello tuvo su correlato en la conformación y desarrollo de
importantes grupos terratenientes y empresariales asociados a intereses
estatales o privados de China. Este proceso tuvo lugar también en el rubro
energético: en los últimos años, en forma individual o en asociación con
empresas locales, corporaciones chinas avanzaron en la adquisición o control de
algunas de las más importantes empresas petroleras y mineras nacionales o
extranjeras de la Argentina.
Históricamente, la asociación subordinada de
poderosos sectores de las clases dirigentes argentinas —habitualmente con
presencia directa o fuertes vínculos con el aparato estatal— al capital
financiero de las grandes potencias, estuvo y está en la base de la dependencia
argentina. Así ocurrió a fines del siglo XIX y durante el primer tercio del
siglo XX, cuando los terratenientes exportadores y poderosos sectores
empresariales argentinos sostuvieron una así llamada “relación especial” o
“privilegiada” con el capitalismo británico.
En la actualidad, al igual que entonces,
representantes de ámbitos gubernamentales y económicos chinos y argentinos,
tanto públicos como privados, destacan el carácter complementario de la economía argentina —y de otros países de la
región— con la economía industrial de la potencia asiática. Los lazos
comerciales y la radicación o asociación de capitales de China en las economías
locales son descriptos como una oportunidad
que permitiría a nuestros países desarrollar sus producciones, diversificar sus
relaciones internacionales y disminuir su endeudamiento externo. Con estas
consideraciones, en el caso de la Argentina, sectores gubernamentales y
empresariales —algunos de ellos directamente asociados a intereses chinos—
promueven la adaptación de áreas estratégicas
de la economía local a la complementación
con China.
Durante la última década, las estructuras del
intercambio bilateral y de las inversiones oficiales y privadas de China en la
Argentina consolidaron la histórica división internacional del trabajo entre
las grandes potencias y los países latinoamericanos, reforzando el perfil
primario-exportador de la producción nacional reflejado, entre otras cosas, en
el pronunciado proceso de “sojización” y concentración que caracteriza a la
producción agraria y las exportaciones argentinas.
Mientras algunos sectores de las clases
dirigentes promueven esta reedición de la antigua inserción argentina en la
economía mundial —ahora en relación con China—, otros denuncian la
reconstitución de un “modelo exportador similar al del siglo XIX” —e incluso el
esbozo de “una nueva relación neocolonial con China como metrópolis”—, y en su
lugar proponen complementar
la especialización argentina en productos primarios exportables con alguna
diversificación industrial, atrayendo inversiones chinas hacia ramas industriales y de
infraestructura complementarias —o simplemente subsidiarias— de las necesidades
estratégicas de Beijing. Esta estrategia converge
con los enfoques neodesarrollistas hoy arraigados en muchos gobiernos de
América Latina.
El creciente peso del comercio bilateral y del
capital chino en la Argentina y su competencia con intereses estadounidenses y
europeos de antiguo arraigo en el país replantean, así, el “clásico” debate
acerca de la dependencia argentina —y de la mayor parte de los países
latinoamericanos— respecto de las grandes potencias.
For several
years China has been one of Argentina’s main trade partners. Sales of soybeans
and soybean products to the eastern power are the backbone of exports, foreign
exchange earnings and fiscal resources of the country. At the same time, just
as in other Latin American countries, the Argentine domestic market has seen a
veritable flood of goods of Chinese industry. In correspondence with the
intensification of trade, a strong flow of Chinese investment was originated,
oriented to extractive industries (oil and mining), infrastructure linked to
exports to the Asian country (railways, harbors), finance (banking, financing of projects associated with Chinese capital) and domestic trade (Chinese supermarkets).
Moreover, recently investments have developed aimed at controlling —not
necessarily by buying—large peaces of public land for food production, entirely
for sale to China.
The
intensification of bilateral relations should be framed within the Latin
American context. Brazil, Mexico, Chile and Venezuela —in addition to Argentina
itself— established “strategic partnerships” with the Asian power in recent
years. Chile, Peru and Costa Rica signed with China widespread free trade
agreements. Moreover, during Chinese Vice President Wen Jiabao’s recent tour
through several Latin American countries, he proposed the creation of a
"Cooperation Forum", another agricultural forum, and even a free
trade area between the East and Latin America as a whole (Doudchitzky, Y., 2012, June 28; Urgente24, 2012, June 28).
Argentina-China: recreación de la vieja “relación especial” con Gran Bretaña
Argentina-China:
recreación de la vieja “relación especial” con Gran Bretaña
Rubén Laufer
Publicado en Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº 7. Marzo 2012-Febrero 2013 – Volumen II. ISSN 1853-9467. Disponible enhttp://www.ariadnatucma.com.ar/?p=3124
Publicado en Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº 7. Marzo 2012-Febrero 2013 – Volumen II. ISSN 1853-9467. Disponible enhttp://www.ariadnatucma.com.ar/?p=3124
China es, desde hace ya varios años, uno de los principales socios comerciales de la Argentina. Las ventas de soja y derivados a la potencia oriental constituyen la columna vertebral de las exportaciones y la principal fuente de divisas del país. Al mismo tiempo, de igual modo que los demás países de América Latina, la Argentina ha experimentado un verdadero aluvión de bienes de la industria china en su mercado interno. En correspondencia con la intensificación del intercambio se creó un fuerte flujo de inversiones chinas, centradas en ramas extractivas (petróleo y minería), en infraestructura ligada a las exportaciones hacia el país asiático (ferrocarriles, puertos), en el área financiera (bancos, financiamiento de proyectos asociados a capitales chinos) y, recientemente, en el control de grandes superficies de tierras fiscales arrendadas a productores privados para la producción de alimentos destinados a China.
Esta intensificación de las relaciones bilaterales se inscribe en un marco latinoamericano. Brasil, México, Chile y Venezuela ―además de la propia Argentina― establecieron en los últimos años “asociaciones estratégicas” con la potencia asiática. Chile, Perú y Costa Rica firmaron con ella tratados de libre comercio de amplio alcance. Corporaciones estatales y privadas de China avanzaron, en forma directa o en asociación con poderosos grupos económicos locales, en áreas decisivas de las economías de la región: petróleo, gas, represas hidroeléctricas, comunicaciones; minería del hierro, cobre, oro, litio; finanzas, grandes obras de infraestructura —rutas, obras ferroviarias, puertos—, comercio interior y exterior, etc.
En la Argentina, con el extraordinario crecimiento del comercio bilateral y de las inversiones chinas, desde la década de 1990 se han constituido y están en plena expansión grupos empresariales que asumen el papel de socios subordinados e intermediarios comerciales del gobierno de Beijing, o de corporaciones privadas o públicas chinas en grandes proyectos de inversión. Algunos de esos grupos locales son de origen nacional; la mayoría proviene de anteriores vínculos con intereses europeos, rusos u otros, y muchos cuentan con representación directa o fuerte influencia en círculos de gobierno a nivel nacional o provincial. La Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China nuclea a muchos de los mayores consorcios empresariales del país (Spadone, Werthein, Macri, Blaquier, Loeb, etc.). Otros no integran la Cámara pero mantienen vínculos y asociaciones igualmente importantes (Roggio, Elsztain). Al compás de los negocios se multiplicaron los contactos diplomáticos y políticos.
La presencia creciente de intereses de China en la región compite con la “tradicional” influencia en ella de los intereses económicos, políticos y estratégicos de Estados Unidos y de las potencias europeas. La pugna —directa o a través de las mencionadas asociaciones— por influencia o control sobre palancas básicas de nuestras economías y estructuras estatales (elemento vertebral de lo que habitualmente se conoce como dependencia) tiñe y condiciona la evolución de los países latinoamericanos.
En la actualidad, cuando el eje del crecimiento económico y de las relaciones políticas internacionales se desplaza visiblemente hacia Oriente y en particular hacia China, y en momentos en que la crisis económica mundial eclosionada en EE.UU. y Europa en 2008 y hoy en pleno curso destaca el rol económico, político y estratégico de China como potencia mundial, se reactiva el debate sobre: 1) el carácter del sistema social y político que rige los intereses económicos y estratégicos del estado chino y de sus corporaciones estatales y privadas; 2) la naturaleza de las relaciones que los países latinoamericanos y poderosos sectores de sus clases dirigentes vienen estableciendo con la potencia oriental; y 3) las implicancias que ese relacionamiento conlleva para el desarrollo económico y la inserción internacional de la región y de cada uno de sus países integrantes.
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